Hoy he viajado en el tiempo. Quizás lo haya hecho antes y no me haya dado cuenta siquiera, pero hoy sí.
Durante un mes he estado moviéndome, viajando, conociendo, contemplando, disfrutando, riendo, mirando con ojos nuevos, redescubriendo a mis amigos, haciéndome por dentro. Y he vuelto, y al hablar con algunas personas he tenido la sensación de que no se han movido, de que han permanecido estáticas en el punto que las dejé y ha sido muy extraño, he llegado a plantearme si no había ido yo y vuelto y ahora es hace un mes.... sólo que la Navidad ha terminado y hace más frío y yo ya no soy la misma. Por eso la última explicación es que he debido de viajar en el tiempo. Esa gente maravillosamente simple, más o menos feliz habrá viajado también a su modo, quizás en viajes interiores muy intensos qué se yo... pero yo sólo veo estaticidad. Y me abruma tanta sencillez, acaso con un punto lejano de envidia incluso, que choca de pleno con mi mundo salvaje y cambiante, apasionadamente en movimiento y en acción de gracias.
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