
EL PATCHWORK DE LA AMISTAD (8 de marzo de 2020)
- María Eugenia Reyes Lindo
- 16 feb
- 1 Min. de lectura
Es un misterio por qué se nos olvidan los buenos recuerdos con mucha más facilidad que los malos. Menos mal que tenemos amigos que son nuestro álbum vital. Yo revivo, redescubro, las risas en las conversaciones con quienes me conocen de muchos años y me hacen recordar en su memoria.
Qué bonito es querer así, aunque a veces duela, porque incluso después de los malos momentos, de las discusiones, la amistad se hace más fuerte si hay cariño de verdad y se pone todo en palabras.
Se ven las cosas con una profundidad distinta y ese dolor marca la diferencia con respecto a quienes no nos duelen o nos duelen menos y te das cuenta de que aquello merece la pena y de que quedará para siempre aunque desaparezca, porque ya nunca seremos los mismos, incluso si nos perdemos mutuamente. Que todo ha merecido la pena, que cada risa ha alfombrado el camino, y cuando el camino se hizo piedra, roca hiriente, gracias a la risa y lo bueno compartido hemos crecido hacia dentro, con confianza en que aquello ha merecido el dolor.
Quizás después de muchos años, aún de cada tropiezo del otro podamos sacar una enseñanza, una luz, quizás la conversación posterior nos haga sacar un punto de vista nuevo, una misericordia nueva sin estrenar y que nos servirá para más adelante también. Es el patchwork de la amistad, de ella sacamos los retales que nos visten por dentro y que se reflejan por fuera.
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