Pienso que estamos solos de manera existencial y profundamente humana. Y esto no es malo, como no lo es nada que se acepta, porque lo que se acepta trae paz y al mismo tiempo es necesario para saber "con qué bueyes tenemos que arar", así que cuanto mejor aremos más felices seremos.
Enamorada de la amistad y descubridora cada día de sus maravillas veo al mismo tiempo, cada vez más claro, lo solos que estamos. Yo vivo mi angustia, yo tomo mis decisiones, yo lloro la pena y me gozo en silencio por cosas que pasan desapercibidas, yo vivo el desamor y de mí depende estar en disposiciones de volver a encontrarlo, yo vivo el dolor de mis malas decisiones y sus consecuencias en la trama diaria de mi vida, su huella omnipresente, invisible en cambio para otros. Eso soy yo en mi soledad más íntima, aunque la vida te regale el plus de los amigos. Quizás al día siguiente pueda hacer una llamada o invitar a alguien al fuego de mi chimenea o tomarme un café lento en algún bar ... pero el momento habrá pasado. Esa gente que me quiere estará ahí de un modo general y perenne “para lo que sea” pero no puede vivirme, no puede a veces ni siquiera ponerse en mi piel por un instante, sólo escuchar y dar algún consejo, que no es poco y muchos no tienen ese tesoro... pero estamos solos. El caso de los seres humanos es una soledad compartida, nada más.
Solo los cristianos, sin quitar una sola coma de todo lo anterior, viven la misma soledad de un modo muy distinto, porque siempre hay un Otro muy dentro escuchando cada palabra que repica en el cerebro, cada angustia que se engancha en las esquinas del corazón, cada esfuerzo por romper muros, cada sollozo en una habitación sin nadie. Y donde otros nunca estarán en el instante, en la milésima, la presencia de ese Otro, aunque a veces se oiga lejana, les recuerda los cimientos para no perder el norte, les recuerda que no tener a los demás dentro no es falta de amor, es sólo el único camino para querer llegar a su interior y ofrecerles el camino al nuestro, trabajo de toda una vida descubriéndonos como a un mapa, descubriendo el mismo camino a la felicidad.
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