
LA MUERTE, EL LABERINTO Y LOS QUE ESTÁN POR VENIR (1 de noviembre 2019)
- María Eugenia Reyes Lindo
- 11 ene
- 2 Min. de lectura
Quien no se para a pensar en la muerte ciertamente omite lo más trascendental de su vida. Y con los años voy encontrando las repuestas hechas carne a lo que antes era solo teoría. Hay un pensamiento luminoso en mí entretejido con la muerte estos días. Podemos estar rodeados de personas que juzgamos sin llegar jamás a conocerlas porque sólo filosofando se muestra el verdadero ser de cada uno, es más, podría decir que solo somos nosotros de verdad cuando sacamos las palabras de lo que hemos ahondado. Por eso necesitamos a los demás, para no morir en silencio habiendo pronunciado solo palabras vacías en la compra o en el autobús o en el ascensor. Porque nos conocemos a nosotros mismos cuando sacamos al exterior lo que llevamos oculto muy al fondo y que probablemente ni siquiera sabemos cuánto duele o el peso real que tiene hasta que lo ponemos en palabras. Por eso el ser humano es un ser conversacional, un ser hecho para el diálogo y la amistad y es muy pobre pensar que ya tengo todos los amigos que hacen falta, que ya no cabe más gente en mi vida. Porque cada uno saca algo diferente de nosotros, cada persona toca una tecla distinta y amolda una pieza nueva q nos conforma, igual que nosotros en ellos. No hay yo sin tú, es una de las verdades fundmentales de nuestra vida pese a quien pese, y nos necsitamos para sacar del otro los tesoros que llevamos escondidos en el alma, para ser quienes somos en la realidad y no solo en el pensamiento. Y no solo puedo estar perdiéndome algo maravilloso en el espacio actual si cierro mi puerta sino que tengo la certeza de que mucha de la gente que más voy a querer en mi vida aún no ha aparecido. Una voz interior te recuerda que todos los caminos están abiertos, que nada ni nadie nos impide cruzar ciertos puentes o abrir ciertas puertas. Y lo mejor de todo es esperar el regalo al otro lado como un niño. Pienso mucho sobre la muerte y por eso mismo exprimo la vida, que duele, pienso mucho en mi propia muerte y si estoy preparada cada instante por si llega, pero mientrs llega me gusta ver mi vida como un laberinto de puertas marcadas con luz, que puedo abrir sabiendo que ninguna es mala, que todas traen personas que me hacen y me preparan para el final del camino.
Comments