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María Eugenia Reyes Lindo

RECUERDOS PRESTADOS (9 de Agosto 2018)

Nunca tuve una casa en Maestu con las huellas de cinco generaciones, una casa con vigas de madera y paredes de piedra. Pero conozco bien a quien sí la tiene. Y estos días de visitar por primera vez su infancia han sido como volver a casa.

Cuando conoces tanto a alguien durante tantos años sus historias son tuyas de algún modo, les vas poniendo rostro a sus amigos y le pones voz a su familia, a los patios de su niñez, a las aguas frías del río donde se bañaban. De alguna manera he vivido, sin verlas, cada piedra de las calles de Maestu, los paseos por el hayedo de Santa Teodosia, me he reído con cada anécdota de su infancia, igual que me sigo riendo con las de su vida adulta, aunque no estemos en la misma ciudad.

Seguimos construyendo recuerdos por separado que se funden en nuestras memorias como si los hubiéramos vivido juntas.

Algunos no hemos tenido una infancia especialmente feliz, tampoco triste, somos más de adolescencia, es esa la etapa que nos marca, la que más disfrutamos. Adaldrida por ejemplo disfrutó de su infancia, su adolescencia fue un infierno. Así es también como los amigos llenamos los huecos del otro desde un tiempo anterior a conocernos, nos completamos como un puzzle, disfrutamos los recuerdos prestados del otro y estos nos alegran misteriosamente dando luz a las partes oscuras de nuestra vida.

A veces Rocío incluso me trae retales de mi pasado, trozos que mi memoria había elegido arbitrariamente olvidar y es ella quien les pone fecha: “no te acuerdas? Eso fue cuando salías con Guillermo, en el ‘96”. Y lo más increíble es que en el 96 no nos conocíamos aún, Rocío recuerda mis recuerdos por las historias que nos hemos contado, exactamente igual que viceversa.

Los hombres estamos siempre en camino, pero en camino hacia otros o hacia Otro, quien no haya descubierto esa verdad aún no sabe nada, el camino más gozoso para mí desde luego consiste en que los otros te lleven al Otro. Cada caminante hace su camino al andar y nos dejamos hacer de formas distintas por cada compañero de ruta, esta de aquí es sólo una de ellas, es la mía y la de Adaldrida, Rocío, que es entre otras muchas cosas, la memoria de mi pasado.

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