Somos todas esas personas que hemos conocido, de cada una de ellas llevamos parte porque todas nos han enseñado algo. También pienso que toda nuestra vida es un estar listos para el fin al que estamos destinados. Pienso por ejemplo que ese hacernos: cada sorpresa, cada sufrimiento, cada línea leída, cada verso que se clava, cada canción que nos marca, cada huella de cada persona en nosotros es un paso más que nos acerca a la próxima persona que he de conocer y tras ella y la siguiente, a la persona definitiva, al compañer@ con quien compartir el resto de mi vida.
En algunos casos se elige otro camino y en otros casos ni siquiera se tiene la libertad de elegir y la vida nos sorprende para bien o para mal; pero en cualquier caso he llegado a donde estoy con cada paso dado, y he podido darlo por todos y cada uno de los que han cruzado mi vida, cada libro, cada verso, cada canción, cada baile... y todos ellos vinieron de la mano de alguien. No nos construimos solos. A veces incluso tenemos la sensación de que no estuvimos hechos a tiempo para esa persona que pasó por nuestra vida, que no estábamos suficientemente acabados para entenderla o para que nos entendiera, y parece un fracaso, sólo nos faltó tiempo, nada más.
Los locos que creen en un Dios que tiene un plan para cada uno, al que llaman Providencia, no deberían inquietarse, según ese plan cada persona llega a tu vida cuando tiene que llegar y si no permanece para siempre es porque sólo era una pieza más, un camino más que nos acerca a quienes han de venir y a quienes se han de quedar.
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