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María Eugenia Reyes Lindo

MUROS INVISIBLES (21 Junio 2017)




Entre nosotros hay muros invisibles. Las piedras son a veces las acciones, a veces las miradas, los silencios o las terribles palabras. Otras veces hay incluso muros entre nosotros mismos, entre el yo que soy y el que quiero ser. Es otra paradoja más de la maldita libertad: no entiendo la libertad de hacernos daño a nosotros mismos, para eso la usamos sobre todo aunque a veces ni siquiera lo sepamos.

A veces pienso que si hay Dios, sólo si hay Dios, deben dolerle, si es también perfecto hombre como dicen, nuestros abismos, ver cómo nos destruimos, cómo nos refugiamos en el alcohol o las drogas o en nuestro orgullo o en la venganza en vez de aprender a amar y a encajar el desamor.

Si el dolor va en proporción a cuánto se quiere, si las personas que más nos duelen son aquellas a las que más queremos no puedo imaginarme entonces la angustia que un amor infinito debe traer consigo, un dolor infinito de amor, de ver cómo los que quieres se destruyen de las mil maneras que el hombre encuentra.

Y por eso también pienso que si Dios no existe, sólo si Dios no existe, entonces somos unos desgraciados que sufren inútilmente por voluntad propia, porque si sólo nos salva el amor y nuestra felicidad depende de los miserables que amamos esto no puede acabar bien.

Pero si hay Dios, si lo hay... ningún dolor de amor puede quedar sin recompensa porque el Amor es el único que derriba todos los muros, los hace transparentes para querer como quiere el amor infinito, la única manera de poder ver que el mundo no es como parece, porque se ve desde dentro y desde arriba al mismo tiempo.


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