Siempre había oído hablar de desavenencias familiares, amiguiales o noviales pero nunca he llegado a comprender muy bien cuál era el problema. Entiendo que haya diferencia de opiniones pero creo que eso es bastante más reconciliable que los terribles malos entendidos. Ahora comprendo que la mayoría de las desavenencias, disputas, rencores y desamores en todas sus formas tienen su base en una falta de entendimiento literal. “No nos entendemos” no quiere decir que tengamos diferencia de opiniones sino que he interpretado, imaginado, supuesto o prejuzgado el significado de aquello que haces o aquello que dices y he cometido el error garrafal de no contrastarlo contigo. Y esa es, y no otra, la fuente de la mayoría de nuestras desgracias. Las pruebas demuestran que el talento creativo de la mayoría de las personas no busca fuentes enriquecedoras y provechosas por las que brotar sino que tras filtrarse por el crisol de la amargura de lo que se ha podrido dentro infesta todos los rincones de aquello que toca o piensa. Ese es el fin del talento creativo del ser humano de a pie, del que no destaca ni destacará nunca en las Bellas Artes. Contra esto sólo cabe la buena voluntad de querer “entenderse”: conocerse un poco más, si cabe la posibilidad, charlando delante de un café o haciendo cosas juntos, comunicarse; si no hubiera tanta confianza tenemos el deber moral de preguntar al menos qué ha querido decir con esa afirmación, antes de empezar a cavilar nuestra propia respuesta y en última instancia, si fuera un total desconocido, la tarea heroica de presuponer siempre la buena intención de la otra persona. Más vale pensar bien y equivocarse luego que estar toda la vida supurando y contagiando inquietudes.
Tenemos un tiempo de vida, es el tiempo que se nos ha dado para acercarnos al proyecto final de conseguir ser lo mejor que podamos ser. El tiempo es el oro con el que compro mi felicidad o lo que es lo mismo para los cristianos: el oro con el que compran la eternidad. Triste pena de maleantes y saqueadores, de mercaderes que destruyen su negocio, malbaratar el tiempo que se nos ha dado.
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