LAS MÁSCARAS DE SUPERVIVENCIA (con Pablo d’Ors)(2 de Diciembre de 2018)

Diría que tenemos un inmenso poder para crear y alargar estados de ánimos, y no precisamente positivos. Como cuando eras adolescente y te alejabas del grupo con cara de triste para que viniera alguien a preguntarte qué te pasaba, con la esperanza de que fuera el chico que te gustaba. Realmente no nos damos cuenta de lo patéticos que llegamos a ser hasta que vemos ese comportamiento en otro... o hasta que entramos dentro de nosotros buscando sólo la verdad de la realidad sin adornos y descubrimos lo que mueve muchas de nuestras acciones, a veces incluso sin darnos cuenta de los verdaderos motivos que subyacen. Tenemos amigos que no nos llenan, vamos a sitios que no disfrutamos, cometemos excesos que no nos hacen sentir bien, tenemos una pareja a la que no queremos.... por qué entonces hago lo que hago? ¿Cómo hemos podido llegar a vivir con una máscara? Peor aún,¿en qué momento empecé a creerme que yo era esa máscara que creé para los demás? Es lógico -pensamos- no podemos darnos la vuelta de dentro a fuera y permitir que nos hagan daño, que hieran nuestro núcleo débil, auténtico. Lo triste y peligroso es cuando uno confunde su pose con la realidad. Cuando empieza a recitarse a sí mismo las partes del libreto que estaban pensadas para el público.Nos hemos acostumbrado de tal modo a vivir en la falsedad de todo tipo que no nos damos cuenta de que no es eso a lo que estamos llamados, que estoy llamado a ser lo que soy, a quererme como soy sin adornos, sin postizos. Por eso la autenticidad resulta tan atractiva, cuando encontramos a esa persona que dice lo que piensa sin dobleces, sin intenciones ocultas, que significa lo que ha dicho ni más ni menos, y dice lo que siente sin ofender, movido por la intuición, que siempre dice lo que sabe en el fondo que debe decir. Esas personas son las que nos dejan huella porque también nuestra intuición nos dice que son realmente lo que son y brillan por eso.Personas que se ríen de lo que los demás piensen de ellas y hasta de ellas mismas, porque viven como ven en lo más profundo de su ser que deben vivir. Estos son los únicos que no temen a la muerte porque saben que han vivido como tenían que vivir, que han cumplido su misión.