El amor tiene sentido porque detrás siempre hay una promesa implícita de que aquello va a ir siempre a más, si no nadie en su sano juicio se arriesgaría a amar de verdad, sabiendo que el dolor le viene parejo. Por eso un amor sin promesa sencillamente no es amor.
Y por eso el tiempo, que a priori es el enemigo de los amantes, es en realidad el medio para que la promesa se lleve a cabo, cada día que no estoy con quien quiero es tiempo que actualizo mi deseo de estar con esa persona, el tiempo se alía conmigo para alimentar mis ganas hasta el gozo del reencuentro. Y si la promesa de estar juntos se ha hecho palabra para siempre cada día es tiempo que se me regala para ir haciendo esa promesa una realidad porque te voy conociendo más, voy profundizando en tus recovecos y así voy amando y dejándome amar, necesito el tiempo para descubrirte. Entonces el tiempo se convierte en el camino para amarte también en la eternidad.
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