¿Qué estamos haciendo del cristianismo? ¿Qué estamos haciendo los católicos de nuestro Dios? Por un lado están los laxos, los que predican una cosa y hacen otra que ofende a su Dios porque les hace daño a ellos mismos o a los demás aunque ni ellos lo sepan... pero lo sabrán, los que pasan de todo porque no se han sentado a ver qué les dice su Dios ni escuchan a nadie para ver el camino, los que no están dispuestos a saber lo que dicen las escrituras porque tampoco están dispuestos a dar nada y tienen la manga ancha para que quepa todo, así de claro tienen que lo hacen todo perfecto cuando sólo causan escándalo y daño.
Pero por otro.... por otro están los “legalistas”, los que ahogan lo grande en lo pequeño, los de mucha misa y mucho rosario y mucha oración ... ¿oración? ¿Cómo es posible que alguien que “reza” tanto vea tan poco? Que no se deje transformar y viva una vida nueva? En definitiva, cómo puede pensar que sus acciones le salvan? Católico, entérate de una vez: La gracia es GRATIS y no hay nada, nada que puedas hacer que te logre la salvación como un salario que se te deba por tu jornada. Es Dios quien te ha salvado, te ha tocado la lotería hace muchos años ya, de una vez y para siempre, y sólo espera tu Dios que vayas a cobrar el premio:“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”. Cómo cobro mi premio? Dejándote querer lo primero y sólo así aprenderás a querer y sólo el amor te llevará a amar más, a querer estar con tu amado, a amar a los demás sólo porque Él los quiere aunque muchos no se lo merezcan, tampoco tú. Y te vas haciendo Él, como ocurre con quien se pasa mucho tiempo y se quiere de verdad.
Ya vino Cristo a destruir la “legalidad” porque la ley sin amor es otra forma de esclavitud, te destroza y te encierra en un corsé, en una cárcel interior, porque nunca nunca llegarás a la idea que tienes de lo que debes ser, ni de lo que debes hacer. Ningún Dios que sea digno de ese nombre podría amar nunca la idea de uno mismo sino lo que ese uno ES en realidad, en cada momento, lo contrario no es amor, es una entelequia cruel. Despierta de una vez y quítale la mordaza y abre la puerta para que pueda entrar ese Dios del que tanto hablas.
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