El silencio nos dice sin mentiras quiénes somos, nos lleva al núcleo más profundo donde descubro que no soy ni mi trabajo, ni la música que escucho, ni la poesía que escribo, ni mis amigos, ni mi familia, ni mi pasado, ni mis errores. Nada de eso soy yo, porque de hecho seguiría siendo “yo” sin ellos, aunque todo haya ayudado a que sea como soy ahora. Ni siquiera los adjetivos que puedan calificarme soy yo, porque ninguno de ellos me posee en plenitud, todo eso se queda corto para definirme, es insuficiente. ¿Quien soy entonces? Esta es la pregunta esencial, la primera de todas, sin la respuesta andaremos siempre perdidos, haciendo cosas y más cosas, poniendo parches a los que llamamos soluciones.
Aquí y ahora me miro, despojada del pasado y del futuro, que son engañosos por desdibujado o por incierto, y si escucho honestamente me encontraré irremediablemente con mis fantasmas, pero yo no soy mis fantasmas, mis fantasmas son lo menos yo que existe.
Así que si soy coherente y quiero descubrir la verdad, hallar quien soy, iré especialmente a escuchar ese espacio entre donde acaba una idea o un sentimiento y empieza el siguiente, ahí, donde no estoy “yo”, en ese espacio indescriptible e inexpresable, es precisamente donde me encuentro. No es nada fácil despojarse de todo y dejar que el silencio me habite. Pero estoy dispuesta a adentrarme en lo desconocido, terrible o árido, no huiré hacia los adornos ni a lo ficticio ni a los paisajes idealizados, porque nada de eso me hará ser feliz en la dura realidad.Y así, de este modo, veo lo que soy, en mi desnudez del ser, sin lo que pienso, sin lo que amo, sin lo que siento, sin quienes me rodean, sin lo que hago, sin mis fantasmas, descubro que puedo ser feliz sin ellos, porque no soy ellos. Entonces descubro que si pienso en lo que más deseo en el mundo puedo también ser feliz sin ello, porque eso no soy yo, y eso es siempre fuente de paz.
Y llego a una conclusión: estoy donde debo estar, aquí y ahora.Lo que ha ocurrido hasta llegar aquí es lo mejor que podía ocurrir, lo acepto, porque de ello he sacado algo bueno. Lo mejor que he sacado es ver esto que escribo ahora, que no deja de ser un camino nuevo y apasionante, el mismo por el que caminaba.
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