De entre los millones de cosas que no entiendo esta es de las más obvias, creo yo.
Cuando viví en Irlanda me llamaba poderosamente la atención ver que el color de la mayoría de las mujeres, de piel excesivamente pálida por falta de sol, era absolutamente naranja. Un naranja oscuro y refulgente que podía verse desde la ventanilla de cualquier autobús a muchos metros de distancia.
Esto no puede ser una moda, como el teñirse el pelo de negro carbón y dejar que les asome la raíz rubia casi albina, sino más bien un error, un efecto equivocado, supuse que iban buscando el bronceado de piel pero el abusar de autobronceadores nunca trajo nada bueno. Así que pienso que si es efectivamente un defecto del efecto que se quiere conseguir, igual que lo es llevar la etiqueta por fuera o asomar la combinación bajo la falda o una mancha de chocolate en la comisura ¿cómo es posible que toda esa gente salga a la calle sin que nadie le diga que tiene un problemilla? ¿Acaso no tienen familia? Pensé yo. ¿No tendrán un buen amigo, una amiga, algún conocido a quien saluden a diario a quien le importe mínimamente que estas personas no hagan el ridículo? ¿algún desconocido compasivo? Eso me lleva a pensar en lo importante que es tener amigos sinceros, que se arriesguen a enfadarnos por decirnos la verdad, amigos que se interesen honestamente por que no nos estanquemos como personas y avancemos siempre. Gente que de verdad nos quiera con nuestros defectos pero que jamás se conformen con ellos y que peleen siempre por que aspiremos a ser mejor de lo que somos.
Repito que no hablamos de modas ni de que cada uno vista como quiera, hablamos de casos en los que una persona cree que va como quiere pero en realidad hay un error, un defecto de forma, un lapsus que la hace ridícula a ojos de todos los que se la crucen por la calle. Ver a gente con lechuga entre los dientes, la camiseta del revés o la etiqueta colgando es darme cuenta de que la indiferencia nos está matando, y ver esto por fuera no es más que un signo de lo poco que nos importamos unos a otros por dentro, de lo cobardes que somos para no quedar mal ante el otro aunque veamos “errores” que agradecerían escuchar.
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